Tocar sin tocar

    Tras la experiencia de Julio, volvimos a repetir un intensivo de cerámica con Mercedes en Sotillo. Esta vez Ángeles también nos acompañó. De nuevo, el encuentro con el barro nos abrió a un reencuentro íntimo con lo más de nosotros mismos. Ya nos hemos embarcado en la experiencia semanal del curso cerámica los jueves en el ayuntamiento.




  Para estas tres clases, acordamos con Mercedes aprender la técnica de hacer churros. Primero, haríamos una pieza pequeña con churros pequeños; en segundo lugar, nos propusimos hacer otro objeto empleando churros más grandes. Una vez más, cada persona elaboró algo distinto, siempre bello.



  Hablándolo con la profesora, tan inspiradora como siempre, nos comentó que suele pasar al principio que a uno le salen formas parecidas, es como si tuviéramos dentro del cuerpo una 'forma inconsciente', con vida propia. 


   De nuevo, el grupo bien trenzado, permitió risas y bromas que aligeraron el ambiente al tiempo que lo caldeaban. Las clases así transcurren veloces, entre momentos de silencio en los que uno se sumerge en lo más hondo del espacio interno.


  Cada técnica explicada ha de ser pasada con cuidado a la pieza que estamos queriendo crear. Siempre una mano sujeta el barro, lo acompaña, mientras la otra aplica la técnica bien con el dedo o con la herramienta: amasar para unir, alisar, con la espátula igualar el barro, hacer agujeros y otras..



  En especial, el movimiento que hacemos con las manos para fabricar el churro, donde son los dedos abiertos los que presionan suaves sobre el barro, al tiempo que las manos se abren hacia afuera para alargar la masa. Y nunca tener prisa, al comienzo de cada obra, cuando se ha de amasar bien el barro para evitar las 'taimadas' pompas de aire, siempre dispuestas a hacer de las suyas.



  Todos disfrutamos del contacto con la cerámica, y aunque esta vez no nos dios tiempo a pintar, lo pasamos genial. Gracias Mercedes por estar ahí.









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