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Mostrando entradas de 2020

50. Principios y finales: Homenaje al Caos, el Sentido en lo que no vemos (50/50)

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        I. Los Principios    DO. Plegarias por la vida --- “¿Hubiéramos imaginado tan solo hace un año, que esto podía suceder?” La semana estaba transcurriendo muy deprisa. “23 de marzo 2021, Santiago de Compostela: Retomo mi diario en esta tarde plomiza, tras varios días sin ver el sol”. Ese bello amanecer, la costa de Cabo de Gata saludaba alegre la llegada del día de Nochebuena. No tenía ganas de hacer nada. Abdul Mansur y Amir Mehnane, habían sido amigos desde pequeños. Su cabeza estaba a punto de estallar.   RE. Canciones de gozo ---   Los arrabales del puerto de Marsella eran grises. El concierto transcurría con toda normalidad, el primer violín cumplía con las expectativas puestas en él. La llamada a la oración de las mezquitas del centro de Estambul volvió a resonar en todo su cuerpo. Esta mañana las instalaciones del foro romano estaban cerradas al público. Consultó su reloj de pulsera: 11:11h. Juliette Duperier regentaba una de las más bonitas tiendas de ropa infantil

49. El Retorno de la luz ( 49/50)

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          Se acerca el invierno; la oscuridad y el frío son íntimos compañeros, hijos de la Noche. Aunque hace milenios que dominamos el fuego y sus sucedáneos, aún la falta de luz nos evoca terrores ancestrales, y en estos días se nos invita a estar recogidos en casa.   El anciano se levantó de su gastada butaca, y atizó los troncos para avivar el fuego en la, también, vieja chimenea. Lo hizo con la pericia del que lleva más de medio siglo haciéndolo. Sin improvisar ningún movimiento, Las llamas crepitaron durante unos instantes, luego decrecieron. La sala apenas estaba iluminada; Adelmo Frutos no esperaba visita. El día había transcurrido con las rutinas habituales: encender la lumbre, calentar el café, preparar el puchero, sacar los perros, leer un rato, comer y así otras cuantas… En un momento, el hombre –con casi noventa años sobre sus inclinadas espaldas- se acordó de que hoy era 21 de diciembre, el día de la entrada del solsticio, la entrada oficial del invierno. Si bien –pens

48. Dolor, pasaje preciado al Ser

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         Corría rápido, sus zancadas veloces y ágiles hacían que sus pies apenas apoyasen en el suelo. Le gustaba desde niña correr campo a través. Ahora que, las restricciones se habían suavizado durante estas navidades, aprovechó para moverse con más libertad. Se sentía muy bien cuando salía a correr. Notaba la fuerza de sus piernas al desplazarse sobre la tierra y el latido de su corazón, vivo, muy vivo dentro del pecho. Además, estaba totalmente atenta a su alrededor, esquivando obstáculos, mirando bien donde pisaba y contemplando las vistas espectaculares de la naturaleza.     Esa mañana fría de enero, Renata Moix se había levantado algo inquieta. Tal vez por esos sueños revueltos en la noche pasada. Tal vez por la llamada de ayer de Vincent, tras semanas sin saber nada de él. Decidió sacudirse las greñas de su mente corriendo por el monte de las afueras del caserío del norte de Huesca donde vivía. Seguro que tras una hora de ejercicio vigoroso veía todo diferente. De paso, tamb

47. Alegría serena en un mundo patas arriba

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      Había pasado un buen rato escuchando la entrevista de Víctor Brossa a Robert Martínez. Cuando quiso entrar en su correo   y, luego en el blog, Google le denegó el acceso con argumentos de errores técnicos. No dejó de parecerle curioso que ocurriera este incidente, ya que anteriormente nunca había sucedido.   Pensó que podía ser por algún propio ruido mental fuerte, algún tipo de resonancia atrayendo ese bloqueo en la comunicación exterior. Pidió ayuda a una amiga para que lo textara, y decidió darse un tiempo de espera a ver que salía de todo ello. Puede que esta semana, la anterior al solsticio de invierno –con la esperada conjunción Júpiter Saturno en acuario que marcaba el inicio de una nueva etapa para la humanidad- empezara preñada de movimiento nuevo. Se dijo estar especialmente atento a próximos síntomas , hechos distópicos de toda índole que pudieran presentarse.   Minutos después, le informaron que ni Google ni YouTube funcionaban, tal vez influyera el eclipse de hoy

46. Bienvenido a la despedida (46/50)

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         Se siente demasiado zarandeada por los múltiples acontecimientos de este año 2020 que hoy acaba. Tras la fachada de permitir la celebración de unas navidades lo más normales posibles, las autoridades no aflojan en su intención de hacer creer a la población que la crisis sanitaria es permanente. Por un lado los partes de cifras diarias de contagios y supuestos muertos por covid19; de otro, noticias y noticias para hacernos ver en las vacunas -que llegan detrás de los Reyes Magos- la solución a este panorama distópico.   Y de momento, lo que se observa es a la mayoría de las personas normalizando todo lo ocurrido ( la nueva normalidad) . Pero ella sabe que todo esto no es cierto. Lo intuye desde la serenidad de su corazón en paz. La encrucijada en todo el planeta está pesando sobre la balanza algo bien distinto a si nos curaremos o nos contagiaremos de este virus: lo que está en juego es el despertar de la consciencia colectiva; el responsable ejercicio del libre albedrío dond

45. Desde ilustres alturas (45/50)

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          Contemplaba la inmensidad del cielo estrellado con la fascinación del crío alcanzando a ver las lejanas estrellas por vez primera. El paisaje diurno, exuberante y agreste de las cumbres cercanas a Vall de Boí, tenía otro encanto –no menos espectacular- en noches como ésta. Tras los días pasados, donde habían sido bendecidos con lluvias abundantes (estaba siendo una afortunada temporada de setas), hoy el tiempo había dado paso a un cielo completamente despejado. Se había abrigado bien, dejando a su compañera leyendo tranquila junto al fuego vivo de la chimenea. A finales de noviembre, el frescor del mes anterior daba la bienvenida a los primeros fríos.   Tulio Escartín gustaba de salir solo al monte en noches claras como ésta. El frío le hacía andar enérgicamente, sacudiendo su mente de pensamientos estériles y notando todo su cuerpo más vivo que nunca. Además, hoy estaba especialmente satisfecho; al fin, había completado las 40 ilustraciones para el proyecto de relatos con

44. Zepa, lavanda y Eureka (44/50)

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       Concentrada en su tarea, no repara por un momento como su gata salta sin avisar para colocarse sobre el teclado del ordenador.   “¡Mierda Zepa, qué estás haciendo! Ahora no.” La gata no entiende el tono indignado en el humano. Claro, ella no va a ocuparse en repetir el trabajo de casi tres horas que se acaba de borrar.   Pasado el arranque inicial de rabia visceral, Graziella Uribe reconoce que estaba atascada y quizás lo ocurrido no sea del todo tan malo. A ella no le gustaba como estaba yendo la maquetación; tiene en su mente una imagen clara de cómo ha de quedar acabado el libro. Pero se ve incapaz de dar con la clave.   Se siente congestionada. Quizás el encargo de su amigo Aníbal le ha llegado en un momento comprometido. Está cansada después de unos meses estresantes con todo lo desencadenado por el covid19. En abril le retiraron la beca, y luego a finales de mayo pasó por un episodio de ansiedad que se curó como pudo sola en casa, pues en el centro de salud no le rec
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43. Viento, viajes y cantos

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       El viento suena con fuerza en el exterior. Los últimos días desapacibles están recluyendo a las gentes dentro de las casas. Ahora, con las medidas de la pandemia algo suavizadas, la climatología ayuda a que el trabajo de interiorización en las personas se siga haciendo. Pero cuesta, la costumbre se ha hecho poderosa. Nos gusta salir fuera, tomarnos algo, escuchar hablar a otros, distraernos…   Aníbal Eliseo deambula por la trastienda de su negocio de antigüedades. No sabe bien lo que anda buscando. Mientras tanto, su mente da vueltas al asunto de la edición de su libro de relatos. Dentro de unos días le llegarían las ilustraciones hechas por su amigo Tulio Escartín. Le ha enseñado ya varias. Ha cumplido con creces las expectativas que él hubiera podido tener, cuando en verano acordaron la colaboración para el libro. Son unas acuarelas sencillas y al tiempo de una técnica depurada, fina. Le van a dar mucha vida a los relatos cuando se monte el libro. Luego, su amiga Graziella e

42. Deseo que haya llegado al mar (42/50)

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       Agosto de 1993. Un niño camina por la vereda paralelo al río. Se le ve distraído. Divisa un puente a unos metros, y corre para llegar hasta él antes de que el barco de papel pase por debajo, arrastrado por las aguas. Desde lo alto, lo contempla. La aparente fragilidad del barco le sorprende con su vigor, luego se pierde a lo lejos.   “¿Hasta dónde llegará en su viaje? –Jerónimo Vélez se pregunta ensimismado- “¿Alcanzará el mar, o será varado antes en cualquier hostil recodo del río?, ¿Y qué amistades, qué lugares conocerá a lo largo de su navegación?”   Lanza las preguntas al aire, y éstas se van perdiendo lejos del puente, siguiendo la estela dejada por el minúsculo buque de papel. Preguntas de un crío de apenas 8 años, todavía un niño; un niño que acaba de perder a su padre reportero que no volvió de aquel lejano país en guerra.     En las preguntas que siguen al barco, se palpan las incertidumbres de la propia vida de Jerónimo ahora. ¿Cómo navegar sin el referente del p

41. Veo, veo, ¿Tú que ves? (41/50)

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         La visión del diseño traslúcido del copo de nieve le embargó por completo. Su mente se abstrajo por unos segundos de todo pensamiento, tal era la atracción del dibujo geométrico. Dejó de sentir el frío en su cuerpo y una extraña sensación de ligereza le transportó lejos, en otro tiempo dentro del tiempo. A otro paisaje nevado. Desde dentro de ese paisaje elevó la mirada a lo alto, sorprendiéndose por la presencia de tres refulgentes soles. Luego, posando la mirada a su alrededor, contempló un paisaje peculiar: Los árboles mostraban colores diferentes, la mayoría de tonos no nos recordarían a los verdes acostumbrados. Sus troncos tenían formas geométricas peculiares: triangulares, cuadradas, hexagonales, etc. Y se movían, se desplazaban a diferentes velocidades por el espacio, con tubos luminosos alargados haciendo las veces de raíces.   Por unos momentos, ella quedó fascinada ante el espectáculo ocurriendo a su alrededor. Luego, al querer andar, vio que su cuerpo tampoco era

40. ¿Unidad en la natura o golpe de calor? (40/50)

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       Me giro hacia el otro lado de la cama, buscando la luz del sol colándose entre las cortinas. Tras varios días de lluvia y cielo nublado, siento alegría en esta mañana despejada. Aún dentro de las sábanas calientes, me estiro; sonrío y me enfoco en este nuevo día, en las bendiciones que traerá. Estoy vivo. Después de lo ocurrido este año, no es poco.     Los pensamientos del despertar quedan atrás. Minutos más tarde, el hombre ya se ha vestido. Se toma una bebida bien caliente y come algo de fruta. Abre un poco la ventana, y con un silbido bien aprendido, llama a Rigel y Vega sus perros pastores. Le responden con ladridos suaves y van hasta la puerta de la casa a esperarle.   Ander se calza sus botas de montaña, coge el chaquetón y el gorro, y sale a la calle. Puede respirar el aire bien limpio, fresco, nota como le despeja. Luego, sale a buen paso seguido por sus fieles compañeros. Baja varias calles hasta llegar al bonito edificio de tejas rojas y la torreta curva de la chi

39. Peré Zamucho y el mundo que viene (39/50)

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         A los ojos de las personas que no la conocían, se hubiera podido asegurar que Peré Zamucho era simplemente una muchacha vaga. Pero nada más alejado de la realidad; al menos de su realidad. Y, si lo pensamos bien, ¿No es la propia realidad la única que cuenta?   Pero vayamos al inicio de esta historia. Sin que ella nos vea, sigamos de cerca parte de su vivir. Ella creció –por suerte- en un ambiente familiar donde se valoraba la creatividad. También sus padres apreciaban el ritmo único de cada persona, aunque esto muchas veces dificultara aparentemente la convivencia grupal entorno a unas normas establecidas. Un observador lúcido e imparcial tal vez hubiera afirmado que el problema era la misma existencia de las normas existentes.   Esto puede ser del agrado de mucho de ustedes que ahora nos lean; sin embargo, la vida sin normas o con mucha permisividad en interpretarlas, es algo que nos genera gran incertidumbre. Si no, fijemos nos ahora como el lío del covid está trayendo

38. Rumbo nuevo (38/50)

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       El anciano llevaba caminando varias jornadas a través del paisaje semidesértico. Las extensiones abiertas crecían hasta el infinito aquí en el norte de Australia. Pero esto a él no le importaba. No tenía prisa por llegar. Tampoco le hacían mella las incomodidades del viaje. Al caer la noche, construía un rudimentario cobijo de la nada, encendía el fuego. Comía algo, y al calor de la buena lumbre, rememoraba lo ocurrido ese día.   Esta noche, mientras alimentaba las llamas de la pequeña hoguera, le pareció escuchar una voz salir del fuego. Dejó de entonar la canción con la que estaba ensimismado, e inmóvil se puso a contemplar las llamas danzar entre ellas. El fuego le estaba hablando. Tanto tiempo viviendo solo, le habían acostumbrado al silencio. Cuando los sonidos de la lumbre se dirigieron a él, prestó oídos atentos a su mensaje.   Un ser pequeño, de unos dos palmos de altura, se dibujó con nitidez entre las llamas. Hizo que Dngo Touré mirara hacia el cielo estrellado. En