37. Vivir para ver (37/50)

 

      Se le nublaba la vista, el pulso le temblaba. Tuvo que apoyar despacio el vaso sobre la mesa. Se frotó varias veces el rostro con energía. Necesitaba pensar claro. El frio pertinaz del invierno le asaltaba desde hacía días, cual bandido en medio del bosque queriéndole robar su bolsa de energía. No pudo evitar una tímida sonrisa ante tan infantil comparación.

  Apoyó los dedos índice y corazón de su mano izquierda sobre su entrecejo, como queriendo invocar la lucidez que para nada tenía. Los acontecimientos recientes, a un ritmo de locos, habían ido desbordando todo: el negocio en quiebra, los socios y empleados desquiciados, los proveedores apremiando en el cobro de las deudas pendientes, algo a todas luces inviable. Además, las tensiones en casa con María al final habían desembocado en un alejamiento provisional entre los dos. Curiosamente, esto a él le había aliviado. Ya no podía más con las discusiones.

  Un tiempo antes, estuvo tentado de recluirse unas semanas en un monasterio en medio del campo. Al final no lo hizo porque llegó en marzo el dichoso confinamiento, nos obligaron a quedarnos en casa para no contagiarnos y digamos que era parecido a la experiencia del monasterio. Eso sí, echaba de menos a la pequeña; cuando volviera a verla seguro que Valeria había crecido bastante.

  Se levantó, y pensó en salir a dar una vuelta. Necesitaba airearse. Sacudirse de encima la maraña agobiante de pensamientos caóticos; ellos impidiéndole avanzar hasta dejar atrás esta experiencia de descomposición. Todo lo que hacía un par de meses formaba su vida, ahora estaba despareciendo. Realmente era una muerte. Sin embargo, sentía sus sentimientos más vivos, más intensos que nunca. Esto le pareció una paradoja.

  Se puso su abrigo. Con el cambio de tiempo, ayer había llegado un frío de narices. Con el sombrero bien calado, salió a la calle, dando un portazo sin darse cuenta. Le irritaba sobremanera la absoluta falta de control sobre todo lo que estaba aconteciendo. Afuera, en la calle, apenas pasaban coches. Unas pocas personas caminaban a lo largo de la avenida. Las luces a lo lejos anunciaban ya la navidad, aunque aún quedaba un mes. Se fijó que algunas personas llevaban bolsas de regalos. Si bien, sabía que la mayoría encargarían los regalos por Amazon. El mismo, ya había comprado media docena de artículos en las últimas semanas. En fin, esto es lo que había: Teletrabajo, compra por internet, mascarillas como complemento, gente sin tocarse, separación física y más separación física.

  Caminó a buen paso en dirección contraria al bosque de luces, hacia la zona verde de las afueras. La cercanía de los árboles le dio algo de ánimo; entró al parque perdiéndose por los caminos. Respiró profundamente el frescor a su alrededor. Sin nada que hacer, el paso de los días le iba sumiendo en una espera extraña. Bernardo Alvés recordó aquellos tiempos de éxito, recién cumplido los 27. Todo iba viento a favor. Marcela y él pasaban por el mejor momento de su relación. La empresa se expandía y sus productos estaban siendo solicitados desde el extranjero.

  Quién le hubiera dicho entonces que ocho años después, su situación daría este giro de 180º. Ahora se replanteaba un cambio de rumbo por completo, a todos los niveles. Hablando hace dos días por teléfono con un antiguo conocido, éste le había recomendado apuntarse a un curso de crecimiento personal de fin de semana.

  “Venga Bernardo, verás lo bien que te sienta un cambio de aires. Además, se hace en una bonita casa rural en plena sierra de Lugo. Si te gusta, esa gente organiza a lo largo del año actividades muy interesantes. Yo, en cuanto pasen las medidas restrictivas, vuelvo a repetir la experiencia de ‘Búsqueda de Visión’. A ti te molaría.” –Recordaba las palabras que Hugo Gálvez le había soltado así, sin preguntarle. Le debió ver muy confundido.

  “Realmente estoy desorientado. No sé qué hacer con mi vida.” -Se dijo a sí mismo- “Bueno la más larga caminata comienza siempre con un paso. Puede ser buena idea apuntarme a ese taller de ‘Creatividad en tiempos de incertidumbre e introducción a la Atención plena’; tal vez saque algo en claro.”



Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Claro que podemos?

Escocia (III): Entre árboles centenarios y guiños del bosque

49. El Retorno de la luz ( 49/50)