34. Comunicación silenciosa (34/50)



    

     No lo negaré. Siempre pasó por la vida en ese guiño blanquinegro de su piel. Fiel a la tonada de la vida, agridulce en sus contrastes de luces y sombras. Sus finos bigotes le ponían alerta ante cualquier experiencia que oliera a peligro. Sus ojos, siempre tan abiertos, como mirando a través de esta realidad sugiriéndonos algo más. Llegó sin ser invitado y, sin renunciar un gramo a su manera de ser, se fue haciendo un hueco. No se comportaba como el que llega el último y no se le espera ya. En sus maneras toscas, bruscas, era digno y, más aún, coherente. Derrochaba su egoísmo sin doblez tanto como su intenso disfrute por la vida. Varias veces en su existencia me hizo entonar aquello de “Contigo aprendí a ser...”

  Hace dos días salió de casa a buscarse la vida. Una vez más. Le vi marchar con ese aire algo chulesco, como con ganas de comerse el mundo. Luego, a la tarde, no regresó. No le di más importancia. Sus amigos le lían y a veces no sabe decir que no. Pero, cuando al día siguiente, no apareció a comer, supe que algo le había ocurrido. A pesar de sus inoportunas tarascadas, cuando me toca las narices estando yo a lo mío, sentí su ausencia. Estuve a punto de avisar a los otros de la familia. Luego pensé para qué.

   Bueno ya hace unos años, también tuve otro compañero que también estuvo de paso. Ellos son más inquietos que nosotros. Se le sigue notando las ganas de explorar, de conquistar. Mi minusvalía hace tiempo me ha llevado a tomarme la vida de otra manera. Comparto más con ellos, los de pelo corto. De hecho, ensayo diferentes sonidos desde mi garganta para facilitarles la comunicación. Están demasiado tiempo pensando en lo que no está sucediendo en este instante, no practican el habla silenciosa. Con todo, esta situación de la pandemia por el Covid19 les está ayudando a estar más con ellos mismos. La parada del mundo afuera lleva de vuelta al tambor del corazón. Sólo estando con uno en el silencio que lo embarga todo, encontramos la buena música.

  Se acaba de nublar, me voy a cambiar de habitación. Me asomaré al porche a ver si aparece Coco.




 

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