39. Peré Zamucho y el mundo que viene (39/50)

 

       A los ojos de las personas que no la conocían, se hubiera podido asegurar que Peré Zamucho era simplemente una muchacha vaga. Pero nada más alejado de la realidad; al menos de su realidad. Y, si lo pensamos bien, ¿No es la propia realidad la única que cuenta?

  Pero vayamos al inicio de esta historia. Sin que ella nos vea, sigamos de cerca parte de su vivir. Ella creció –por suerte- en un ambiente familiar donde se valoraba la creatividad. También sus padres apreciaban el ritmo único de cada persona, aunque esto muchas veces dificultara aparentemente la convivencia grupal entorno a unas normas establecidas. Un observador lúcido e imparcial tal vez hubiera afirmado que el problema era la misma existencia de las normas existentes.

  Esto puede ser del agrado de mucho de ustedes que ahora nos lean; sin embargo, la vida sin normas o con mucha permisividad en interpretarlas, es algo que nos genera gran incertidumbre. Si no, fijemos nos ahora como el lío del covid está trayendo tanta incertidumbre, con tantas cosas desmantelándose y esto, a pesar de las riada de normas y decretos que nos quieren imponer. También requiere ganas de comunicarnos con el otro, sobre todo de preguntar mucho. Preguntar para no dar por supuesto, y para respetar al otro. Pero, cuidado no nos alejemos de nuestra protagonista en este relato. Veamos en qué anda Peré ahora.

  Ella es tan creativa, siempre está zascandileando en proyectos nuevos. Me parece  que está con uno de sus nuevos inventos para ahorrarse tiempo en alguna tarea doméstica. Es posible que alguien dado al lenguaje astrológico, la viera como muy acuariana, ese tipo de gente varias generaciones por delante de los demás.

  Como la conozco desde tiempo atrás, aportaría mi opinión. Creo que, debido a su talante creativo, se mueve como un artista ante la vida: pasa de rutinas, cuando algo no le emociona pues no lo hace, si sus ritmos no van con los de los demás pues cena libre que toca hoy y muchas cosas por el estilo.

  Alguien de mente ordenada y con hábitos bien establecidos (un tipo saturnino) afirmaría con rigor la necesidad inmediata de un programa de disciplina bien estructurado para Peré, si se quiere evitar un desaprovechamiento de tal persona a largo plazo. Pero, ¡Ay amigos! A nuestra Peré Zamucho le importa poco eso de aprovechar, de producir y cosas similares.

 Los artistas no producen, a lo más repiten algo un par de veces cuando les apasiona. Ellos están surfeando el arcoíris, como poseídos por esa visión multicolor de la vida. Y si –lo habéis acertado- cambian de color cuando les da la gana, sin pedir opinión a nadie.

  Me da que, en estos momentos, la muchacha sonriente, con pecas en la cara y ese hoyuelo en la barbilla que le otorga carácter, está montada en el color amarillo. La notó con cierta excitación mental, y no lo digo por la media docena de libros abiertos sobre su escritorio o la bombilla del flexo echando humo. La última vez que la vi cabalgando este mismo color, Peré acababa de diseñar un método increíble para aplicar la telepatía casera con las mascotas domésticas. Después de hacer sus propias pruebas verificadoras, subió un vídeo muy estimulante a you tube y a instagram, que se hizo viral al poco tiempo.

  Días después, de la mano del verde, se pasó una temporada corta investigando el mundo vegetal. Se hizo casi vegetariana, iba vestida de verde por la casa y hasta toda la familia se relajó. Pero, al poco tiempo, pegó un volantazo al rojo, y nos pasamos unos días viendo como estallaban las tormentas en el hogar Zamucho. La niña estuvo entonces entrenando para participar en la oplimpiada del barrio. Y con encarnada vehemencia, retó a toda la familia a ponerse en forma.

  Así es el mundo del arcoíris. Pues no, no deja mucho sitio para rutinas y normas preestablecidas.  Si os he despertado la curiosidad, os animo a que la sigáis, eso sí no la juzguéis ni pretendáis que encaje en alguno de vuestros esquemas. Porque si os pilla, exclamará con su habitual desparpajo: “Yo, Peré-zamucho.”



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