Escocia (III): Entre árboles centenarios y guiños del bosque
Nuestro viaje continua, y el viernes 29 mayo abandonamos la isla de Skye en dirección sureste, hacia Fort William. Primero, pasamos un rato en Broadford visitando dos puestecillos de antiguëdades enfrente de nuestro 'bed and breakfast'; luego nos echamos a la carretera. Volvimos a contemplar la silueta del castillo de Eileen Donan, y paramos en Fort William, donde su calle principal está plagada de tiendas de artículos para la montaña y el deporte. Las nubes ocultaban la cima del monte Ben Nevis, el más alto de Escocia.
Iglesia de Fort William antes de coger la C/Mayor
Atravesando la nacional hacia Glasgow, se abre ante uno los impresionantes parajes del valle Glen Coe. Fue una pena que se pusiera a llover cuando bajamos un momento del coche a hacer unas fotos. Nos quedamos con ganas de haber tenido más tiempo para andar por esos lugares.
Panorámica de Glen Coe entre nubes, el sur de las Highlands
Entrando en la zona de Aberfoyle, al este del parque nacional de los Trossachs y el lago Lomond, paramos para dar un corto paseo, antes de dirigirnos a nuestro alojamiento en Gartmore House, una mansión señorial reconvertida en ecológica, y que gozaba de unos alrededores fantásticos de vistas y de vegetación.
En medio de un claro parece descubrirse una silueta casi humana en la vegetación
Ya en el bed and breakfast, el atardecer nos regaló un hermoso paseo entre los árboles centenarios que rodeaban la casa: robles, arces, abedules, rododendros, avellanos, coníferas.. y ¡qué sorpresa! hallamos 4 secuoyas grandes, de 30 metros alguna, que nos hicieron recordar la que crece en nuestro hogar, mucho más pequeña. Transmitían paz y fuerza al tiempo, en medio de un paraje que respiraba naturaleza por todos lados.
La Gartmore House y alguno de sus árboles centenarios
Al día siguiente, nos embarcamos en una excursión-crucero en un pequeño barco por el lago Katrina; estaba nublado, y hacía frío a cubierta, las orillas eran hermosas, la abundante vegetación parecía precipitarse hacia las aguas del lago, pero el paseo en barco defraudó para lo que se paga.
Vista de la frondosa orilla del lago Katrina en el paseo crucero
Tras el mismo, paseamos por el pueblo de Aberfoyle, y en un recoveco de un tranquilo arroyo donde descansamos un rato, descubrimos la dedicatoria de amistad a un amigo fallecido, pegada en un árbol. casualmente, esa poesía hace un par de años la había recitado yo, y fue un momento sencillo, lleno de intimismo y gratitud a lo pequeño.
'No permanezcas junto a mi tumba y llores, Yo no estoy aquí, Yo no morí'
Tras el 'fallido' crucero matinal, visitamos el centro de la lana en Aberfoyle, donde hicimos alguna comprita. Luego por la tarde, la jornada se recompuso con un improvisado paseo por los alrededores del lago Lomond. Fuimos con el coche hasta el pueblo de Balmaha, alejado de la zona turística más hacia el sur. Desde el aparcamiento público, seguimos una senda que nos condujo después de una ascensión de 45' a unas vistas espectaculares de todo el lago. Primero atravesamos un tupido bosque de coníferas, donde el juego de luces de la tarde creaba mágicos efectos, más tarde, la caminata siguió entre praderas abiertas con árboles aislados.
Entre abetos cerca del lago Lomond
Panorámica del lago Lomond desde lo alto en la senda
Volvimos con las pilas bien recargadas a nuestro alojamiento, ya atardecía, y los árboles nos recibían de nuevo con su añeja hospitalidad, a la que nosotros supimos responder con silenciosa gratitud, y alguna foto para el recuerdo.
De nuevo en Gartmore House, en el rincón mágico de dos robles y una de las secuoyas
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