¿Claro que podemos?

Cierto es el aire de renovación que la formación 'Podemos' (ver podemos) está trayendo al panorama social. Para muchos de nosotros es una puerta a la esperanza, a un cambio que por fin mueva las clavijas del poder y llegue al pueblo. Por medio está la larga travesía electoral, con un carismático Pablo Iglesias cual moisés del siglo XXI cruzando el mar rojo (lo del color tiene su guasa) perseguido por el faraón de turno, apodado por el mismo Pablo como 'la casta'. O será tal vez Pablo otro apóstol como aquel de hace 2000 años, que viene a imponer caiga quien caiga un mensaje de libertad en traje de preso. Me pregunto,  si realmente cada uno de nosotros desde su silencio responsable, y comprometido con la vida, se cuestiona la viabilidad de lo que podemos hacer para transformar este panorama social actual en claro estado de zapa y derribo.


 Pablo: la espada y el libro, por el bien de Cristo (ver carta-de-san-pablo)


     ¿Desde donde de mí voy a cambiar el mundo? ¿Qué significa actuar en el ámbito ciudadano para mí? ¿Hay democracia real en ciernes, o será gaseosa para un día? Me doy cuenta que el debate de fondo no tiene con ver en elegir entre  recortes sociales o consumir más y mejor repartido entre todos. ¿Qué pinta en todo este panorama el cambio de conciencia planetario? Puede tal vez que, Pablo Iglesias (su apellido es otra paradoja jocosa si vemos la ideología que se dice que porta) sea una figura mesiánica del nuevo siglo, tal como los avatares (ver avatar) ancestrales de las tradiciones milenarias del mundo: Shiva, Krishna, Buda, Jesús, Mahoma.. ellos siempre aparecieron en momentos que la civilización necesitaba aire fresco, a grandes dosis.

  ¿Se comporta entonces cualquier oferta política hoy en día como los opios religiosos de antaño? Y se así fuera, podemos ver en ello un burbujeante 'caldo de cultivo' de la conciencia colectiva, del cuerpo social de nuestra civilización, que precisa sí o sí transformarse, para pasar a configurar un panorama radicalmente diferente. Es donde la cacareada crisis económica se enhebra con la crisis de valores humanos, en definitiva de falta de espíritu, de aliento vital.

  La democracia real (ver democracia) propone que las personas avancemos adelante para ocupar el espacio de gestión vecinal, local. El ágora actual está sedienta de voces auténticas, de mujeres y hombres reencontrados en paz que creen (de crear no de creer) juntos. Cada cual ha de resolver el sacudirse la modorra de la traicionera comodidad materialista que hemos permitido que la civilización capitalista construya en los últimos 500 años. Es malo el progreso? Claro que no, otra cosa es que llamemos progreso a cualquier cosa.

 Todo lo que atrapa con un manto de ilusión se aleja de la realidad (ética, ecológica,..), y el atrapamiento, la 'maya' de la superestructura de este mundo postmoderno ha alejado a la gente del rumbo sano, el de su propio corazón. Por ejemplo, si queremos transformar las injustas leyes de representación electoral, puede que primero haya que desmontar la falacia interna de expresar solo el poder votando cada cuatro años, castigando a unos y premiando a otros, y el resto del tiempo 'pasar' echándonos a dormir.

 En ese sentido, los Circulos de 'Podemos', como fermentos del cambio en la sociedad pueden alumbrar una fecunda -en potencia- senda que active la participación ciudadana, desde la base más cercana al día a día ("..el pan nuestro de cada día dánoslo hoy"). No es casual, que desde hace años estén proliferando 'Círculos' de buenos menesteres: De Mujeres (ver ger-mujeres), de Sonido, de Sanación, de... de hecho la vida cuando no circula, se estanca y deja de manifestar su plenitud.

   ¿Y tú qué es lo que 'puedes' hacer?



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