La vía del Canto
Esta mañana hemos hecho realidad el sueño antiguo de tomar clases de canto. Ya antes de conocer a Esperanza, varias veces estuve a punto de hacer algún taller de voz. Hoy, por fin, he comenzado esa andadura. Una vez más, uno descubre en el propio cuerpo nuevas posibilidades. Ha ha habido momentos en que pareciera que estrenaba mi cuerpo y sus partes.
Es un primer paso, no exento de temores, dudas y expectativas. Con todo, ahí está la experiencia, y nuestra profesora transmite, y trabaja desde lo concreto. Mucho trabajo con todo el cuerpo, pues cuando cantamos lo hacemos con todo él. Cual tabla de gimnasia, básicamente se trata de un ejercicio muscular. La práctica me hace adentrarme en territorios desconocidos de mí mismo.
Sí, con ganas, pero también con resistencias que surgen de la mano de experimentar el no saber, la torpeza en cada ejercicio. De lo nuevo, para aproximarme a la vida desde un aborde diferente. Un excusa buena para experimentar sentirme vulnerable, frágil..
Cantar no hemos cantado apenas, sí tomar consciencia del filón de aprendizaje que se abre ante mí. Al tiempo, otra manera de estar en la relación con mi pareja. Para poder compartir más la vida, para sabernos juntos ante un desafío común, y ante una ilusión mutua.
Y para la próxima clase, preparar una canción, y luego cantarla, y desde ahí empezar a conocerse de otra manera, a ir al encuentro de la vida rica en sonidos, al cuidado y sanación de la propia voz.
En medio de estos días veraniegos, soleados, nos acercamos a Samhain entonando notas, como cantaba la canción de Serrat: "Ay, si un día para mi mal viene a buscarme la parca, empujad al mar mi barca con un levante otoñal.."
Derechos de la foto: http://es.uva.org.ar/index.php/el-canto-de-los-animales
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