46. Bienvenido a la despedida (46/50)

 

      Se siente demasiado zarandeada por los múltiples acontecimientos de este año 2020 que hoy acaba. Tras la fachada de permitir la celebración de unas navidades lo más normales posibles, las autoridades no aflojan en su intención de hacer creer a la población que la crisis sanitaria es permanente. Por un lado los partes de cifras diarias de contagios y supuestos muertos por covid19; de otro, noticias y noticias para hacernos ver en las vacunas -que llegan detrás de los Reyes Magos- la solución a este panorama distópico.

  Y de momento, lo que se observa es a la mayoría de las personas normalizando todo lo ocurrido (la nueva normalidad). Pero ella sabe que todo esto no es cierto. Lo intuye desde la serenidad de su corazón en paz. La encrucijada en todo el planeta está pesando sobre la balanza algo bien distinto a si nos curaremos o nos contagiaremos de este virus: lo que está en juego es el despertar de la consciencia colectiva; el responsable ejercicio del libre albedrío donde cada individuo ha de querer conectarse con su Ser atemporal, más allá de las terrenales vicisitudes de esta –y otras muchas en tiempos paralelos- vida humana.

  Sara Juárez decide salir a correr unos kilómetros, antes de que se ponga el sol. Aunque han transcurrido diez días ya del solsticio de invierno, aún no se nota el aumento de la luz. Todavía las largas y frías noches nos acompañan, invitándonos a recluirnos, a  meditar. A ella le encanta salir a correr con el fresco, su mente se airea y puede soltar pensamientos huecos, inútiles.

  Además, esta noche no prevee celebración especial. Si hará una corta meditación al recibir el nuevo año social, invocando a las gentes de buena voluntad en todo el planeta. Entrará en el año 2021 con el deseo de que la Humanidad al fin despierte. Y mañana, más bien temprano, saldrá a caminar por los montes cercanos.

 Justo antes de salir, le suena el móvil: “¿Quién es?” –no ha mirado siquiera por si era un número conocido-.

  “¡Hola Sara, soy Aníbal! Aníbal Eliseo, nos conocimos hace unos meses en mi tienda de antigüedades del barrio gótico. Luego…”

  “Ya me acuerdo. Después, tú me invitaste a cenar y salir una noche.” –Le contesta Sara, aún clavada en el umbral de la puerta de casa y lista para salir- “Lo pasamos bien. Qué alegría saber de ti.”

  “Sara uuhmm…, ¿Tienes plan esta noche?” –le dijo él algo cortado.

  “No. Bueno sí, aquí en casa con Lucho  mi gato y en plan tranqui. Por qué lo preguntas?”

  “Bueno, llevo unos días acordándome mucho de ti, y hoy me he atrevido a llamarte. Me apetece verte, y como mañana no abro la tienda…” –continuó el hombre haciendo esfuerzos para parecer resuelto.

  “Aníbal me encantará verte y despedir el año juntos. Te espero luego sobre las 21:30h. Ah, y trae vino y postre.”

 “¡Qué bueno Sara! Te veo en un rato.”



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