Lisboa: Presentación primaveral entre lluvias y cambio de ciclo

Pasamos de febrero a marzo, haciendo 3 noches en la bella y porteña Lisboa. Hacía tiempo que queríamos ir a conocerla. Y fuimos, y esta vez nos tocó la lluvia. Llevaba tiempo sin llover en la península. Fue un bautizo en toda regla, con una buena mojada incluida el tercer día. También ese 1 marzo nos tomamos el mejor arroz con marisco de hace muchos años, acompañado de vino verde que dicen allá. Entre la lluvia, el cansancio de atrás y el catarrillo no hubo ganas de fotos, apenas un par de instantáneas. Otra vez será, porque seguro que volvemos pronto.




     Apenas dos semanas antes del viaje, celebramos el cumpleaños de Esperanza con muy buen rollo y mejor compañía. La fiesta sorpresa salió genial. Un bello colofón del invierno creativo, entre poemarios, cineforum y el temazcal del 10/2. Ahora el horizonte se enfoca hacia la celebración del equinoccio primaveral, y en abril tenemos el evento de "JUNTXS CON GAMBIA". La salida a Lisboa nos brindó un cambio de aires, que aunque nos pilló cansados, despertó las ganas de volver y estimuló los sentidos.




  Lisboa es una ciudad con numerosas caras. De primeras parece apiñada y abigarrada aunque la apertura al mar abre el espacio. Luego, cuando empiezas a pasear por sus calles, te das cuenta que el juego de colinas es algo más que un activante ejercitar piernas y corazón. Lisboa me evoca el diálogo de una obra teatral, con personajes selectos y contrastados; o tal vez una ópera de regusto italiano, algo dada al drama. 
  Urbe de muchos contrastes y aromas, que no se acaban de apreciar a la primera, y que a la mente analizadora le recuerda a muchas otras: A Roma por sus plazas y su aire sureño. A Budapest por su ambiente decadente, aunque profundamente elegante y de cálidas gentes. Hay algo en ella, tal vez en aspiración a lo estético, y en la grandiosidad de su arquitectura que pretende París, siendo muy diferente; y en algún momento, alguna barriada me trasladó a Edimburgo. Y, sin embargo, el revoltijo casi lujurioso de formas, y la exuberancia de casas y calles desparramándose al río que es un mar,el juego de escaleras que aparecen de repente para salvar fuertes desniveles, así  como sus vistas desde miradores sobre las colinas, me evocaba a la gran Estambul. Eso sí, en Lisboa pocos gatos. Curioso, cada una de las dos, cual vigías bulliciosos y pródigos en curvas opulentas, conteniendo y abrazando el 'mare nostrum'.



  La visita nos dio para callejear dos veces por el barrio viejo, Alfama, y cuando el jueves nos íbamos camino de coger el coche en el parking de Santa Apolonia estación, sin quererlo, nos encontramos con el corazón de este barrio, que parecía habernos esquivado cual esquiva mujer, y que ahora por sorpresa se nos despedía insinuante y tan cercana.
  También, siguiendo nuestra tradición viajera, nos deleitamos con un masaje tai, dentro de una carpa cerrada en medio de una plaza pública, no muy lejos del centro del barrio Baixa. Fue la mañana que rematamos con el estupendo arroz. Por la tarde volvimos a ver el barrio alto, más nuevo, con tiendas y sitios para tomar algo o cenar, con mucha oferta.
   La escapada la cerramos el jueves a mediodía visitando un mercado moderno ubicado junto al puente 25 de abril, dentro de unos barracones industriales reciclados para ofrecer una oferta variada de gastronomía, decoración, ropa, artesanía y arte. Muy recomendable si vas, visitar el L X Factory, con parking por 2 euros junto a la puerta. Este mercado con el que acabamos la primera visita a Lisboa le dio contrapunto al mercadillo tradicional -tipo rastro- del martes, junto al panteón en Alfama, donde encontramos un caldero y alguna cosilla más. Para que os vamos a mentir, para nosotros el arte está en la calle, sobre las aceras y junto a casas y bares. Contribuimos al país comprando artes varias, en vez de 'musear' y cotizar pagando entradas en iglesias, castillos y palacios regios. De todas maneras, en el caso de Lisboa, sus coloreadas casas junto a sus desniveles y variedad de construcciones, la convierte de por sí en toda una exposición al aire libre.




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