De nuevo en Samhain: El Orden Sagrado y la conciencia colectiva
Ahora en Samhain, después del sencillo ritual que compartimos en casa, antes de ayer repasaba unas notas de mi cuaderno camino al trabajo. Se trata de un libro interesante de Constelaciones familiares, cuyo capítulo de 'El Orden Sagrado' me resultó revelador. No sólo para nuestro trabajo personal de investigación con nuestros antepasados, sino porque trae un viento de paz profunda a mi inconsciente, y he podido comprender mejor las dinámicas familiares, y con ello a mí mismo. Quiero haceros llegar estos párrafos, agradeciendo a Svagito R. Liebermeister su libro 'Las Raíces de el amor. Constelaciones familiares'.
(pág 71) " En los niños observamos estos dos patrones: o bien se enfadan con sus padres o bien intentan hacer algo por ellos. En ambos casos, el niño sigue vinculado a sus padres y no puede separarse del todo. Para gestionar esta situación de un modo natural y maduro, el niño tendría que sentir gratitud hacia sus padres y debería expresarles ese agradecimiento por todo lo recibido. Por una parte, esto nos conecta con ellos y nos da fuerzas. Por otra, nos permite separarnos de ellos y nos deja a solas con nosotros mismos."
(pág 74) " El hecho de aceptar las decisiones de nuestros padres en lo referente a nosotros nos permite recuperar la relación adecuada. Entonces ya podemos sentirnos inocentes, dejando que ellos asuman su responsabilidad. El Orden Sagrado queda restablecido.
Cuando nos quejamos de nuestros padres o cuando nos enfadamos con ellos debido a sus actos, los juzgamos equivocados y asumimos una posición superior. Según la perspectiva del Orden Sagrado, intentamos 'empequeñecer' a nuestros padres y 'engrandecernos', y esto va en contra de la conciencia colectiva. Como consecuencia, antes o después nos castigaremos por esto y generaremos un desequilibrio.
(...) Cada vez que nos quejamos de nuestros padres, decimos "no" a su forma de participar en nuestra vida y nos volvemos incapaces de recibir lo que nos hayan dado. Al rechazarlos, creemos que nos estamos separando de ellos y que nos estamos liberando, pero nunca podremos separarnos del todo de un modo tan negativo: el rechazo es una relación vinculante.
Nosotros somos nuestros padres. Cuando les decimos "si", estamos diciéndonos "sí" a nosotros mismos. No es el "sí" de la obediencia, es el "sí" de la aceptación"; un "sí" a lo que sea. Además, al mismo tiempo estamos diciendo "sí" a partes que no asumimos en nosotros, puesto que lo que me disgusta en mi padre probablemente sea lo mismo que me disgusta en mí mismo. Si muestro agradecimiento a mis padres desde el corazón, si "abrazo a mis padres", también estaré aceptándome de corazón a mí mismo.
Cuando aceptamos los defectos de nuestros padres, y nos limitamos a honrarlos por habernos dado la vida, alcanzamos el tope de nuestra estatura a nivel personal. No es fácil. Normalmente pensamos que estaríamos mucho mejor si nuestros padres hubiesen sido diferentes: más comprensivos, más colaboradores, menos críticos, incluso (tal vez) más estrictos. Algunos llegamos a pensar que lo mejor hubiera sido tener otros padres y deseamos sustituir a nuestros padres por los padres idealizados.
Pero, con otros padres, yo sería otra persona. Al pedir otros padres, me estoy comportando como si quisiera ser otra persona. ¿Cómo puedo estar en paz conmigo mismo si deseo ser otra persona?
Según Constelaciones Familiares sólo existe una forma de estar en paz con uno mismo: honrando sinceramente a nuestros padres. Se trata de un profundo acto de respeto, prácticamente un acto espiritual, un gesto sagrado. Cuando honras a tus padres, no sólo estás honrando a tu padre y a tu madre; también estás honrando a tus abuelos, a tus bisabuelos, a todos los que te precedieron. Te inclinas con respeto ante tus antepasados, ante los que te trajeron aquí, ante la vida que fluye por ti en este momento.
En profunda reverencia, te inclinas con respeto ante la fuente de tu vida y ante tus orígenes.
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