Los 9 Aromas: Aroma del Norte (1/9)






ABUELA SALVIA Y SU SABIDURÍA DE NOCHE PROFUNDA (PARTE 1 DE 9)

Hemos crecido educados en el temor a la muerte, a la oscuridad. Aún cuando hemos dejado atrás la niñez, casi siempre nos acompañan profundos temores a lo desconocido, a lo irracional. Son polizones que viajan en la bodega, bien escondidos entre los pliegues de nuestro inconsciente. Podemos llegar a disfrutar de éxitos en la vida, pero no estaremos completos si seguimos rechazando ‘el otro lado’, el mundo de la noche, donde mora la abuela sabia del caldero.



  Existen distintas puertas a este vasto reino, y ninguna se abre vestidos con la armadura de lo racional y el cetro del patriarcado, imperante hace 4000 años, y ya en descomposición. Hemos de aprender a reponer en su trono a la abuela sabia, a la bruja del bosque. Podemos llegar a ella a través de la Naturaleza, del gozo de los sentidos, o en el silencio y la quietud, la ‘Tiyoweh’ de los nativo-americanos. Tenemos tiempo, pero si nos demoramos en exceso, la ‘Vieja’ nos llamará a su lado. Nos hará tomar medicinas menos amables como una enfermedad larga, que nos dejará parados y en silencio, o nos jalará a través de desafíos que sacudirán la visión tan limitada de la vida que tiene nuestra mente frontal e intelectual.

  No importa la manera. Como dice el ‘I Ching’ o ‘Libro de las Mutaciones’, de origen taoísta: “rendimos cuenta a Dios en el norte”. Es la noche oscura del alma de los místicos cristianos, el eclipse total de la mente intelectual que ha de morir para renacer a una realidad plena, donde los contrarios no pelean sino danzan amorosamente a lo largo de la eternidad. Postrados, y llenos ‘de temor de DiosA, cuando nuestras coordenadas de vida nos llevan a ninguna parte, --a ese paraíso terrenal miles de veces vendido en la publicidad televisiva o al sueño de una existencia feliz tras la tan anhelada jubilación--, nos vemos obligados a aceptar que la vida no es la que nos contaron todo este tiempo.

  Ahí es cuando puede iniciarse nuestro ‘viaje’, y con él la promesa de un despertar en una nueva ‘tierra prometida’, que sacie nuestros anhelos. Pero esto queda lejos. Para nuestra psique que se anida, recogidita, en la oscuridad, el miedo reverencial a lo desconocido todavía es casi omnipotente y nos impele al peregrinaje. En muchas culturas nativas los sahumerios con salvia purifican los lugares y, también, el cuerpo y el alma de las gentes, para poder renacer.

  Recuerdo ahora, como hace 9 años, cuando llegué a este mi hogar de ‘Tiyoweh Yul’, pasé varias semanas ahumando la casa con Salvia, para dejar marchar las huellas emocionales de la historia anterior. No recuerdo bien -la Abuela Salvia- si entonces era consciente de que, al hacer esta limpieza, también estaba queriendo soltar mis lastres personales, los miedos acumulados en lo vivido antes. Ahora lo siento claro: me necesitaba limpio, desnudo de cargas, de recuerdos que impidieran empezar la nueva andadura en el lugar. En esta Casa, deseosa de que la pudiera elegir como Hogar, que me recibía con sus muros abiertos hasta los cimientos hincados en la tierra vieja.

  Sólo sé que, todo este tiempo después, siempre que he podido he regalado bolsas con salvia seca de casa para animar a la gente a conocer el aroma potente, terrenal de esta planta, que tal vez les ayudara a abrir alguna puerta en sus hogares, sus historias o… su corazón. Y ayer, por vez primera, una planta de salvia en casa nos regaló sus semillas, que nunca antes había contemplado, y me pareció entrañable. Quién sabe, sea un ‘presente’ donado por la Madre Tierra para este blog amado que acaba de nacer.

"Sin ninguna preñez,
sin parto ni pujidos
con igual sensatez
me ha nacido otro hijo.

Es un hijo distinto
pero lo quiero igual, (…)

Me ha nacido otro hijo
y lo quiero celebrar…
Gracias a todos mis amigos,
que supieron esperar."

Alejandro José Díaz Valero



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