Temazcal: Hermanarse con la Madre Tierra en la vivencia intensa de los elementos
Vamos a empezar el año con el regalo de compartir un temazcal (o 'cabaña del sudar') entre amigos en un pueblo por la sierra norte de Madrid. Aunque puede extrañar a muchas personas por ser una experiencia ajena a nuestra cultura, es de las mejores maneras que conozco para percibir directamente la relación sagrada y total con el fuego, la tierra, el agua y las plantas.. además de la estrecha unidad con las personas que te encuentras, la mayoría 'desconocidos' que no volveremos a ver. Y, sin embargo, una de las experiencias de la relación humana que más te acercan a otra persona, hasta sentirle un hermano, hermana de sangre.
Me encuentra este temazcal en medio de un fin de ciclo, inmerso en retomar la meditación como puerta en mi vida hacia el silencio y el sentir de mi persona. Al sentarnos a meditar, hacemos higiene mental, nos dejamos estar con uno mismo, nos atrevemos a encontrarnos.. nos desprendemos de aquellos que no somos: fantasías, planes, recuerdos..
Igualmente, en un temazcal podemos disfrutar de la ocasión de ofrecer a la Tierra y a sus elementos todo lo que en nosotros duele o pesa, lo que nos lastra. A cambio de un esfuerzo físico, de un poco de incomodidad, recibimos un baño de ligereza, de pureza, y nos sentimos en sintonía y unidad con el entorno.
Pedimos, cantamos, rezamos en el temazcal por nuestras relaciones, por las presentes, y por las ausentes. También nos abrimos un poco más para que la vida nos encuentre, que el corazón vibre y nos expresemos desde la inocencia antigua y sagrada. Apreciamos que el camino nos haya conducido hasta este mágico momento, y a estos compañeros de experiencia. No importan las cargas que cada uno trae, cuenta la sinceridad del corazón de abrirse más a la vida, de estar más disponibles para lo que surja.
Así, en familia, el temazcal nos bendice como somos, como estamos, sin juzgar nuestras circunstancias; y nosotros agradecemos a la Vida el Misterio que hace posible compartir regalos entrañables como éste. Recordamos delante del abuelo Fuego que las cosas importantes de la vida son sencillas. Y nos animamos a ser más impecables cada día para hacer llegar a otros el regalo de caminar por la vida con belleza.
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