30. Balada triste del león oveja (30/50)
“¡Basta Ya! No lo aguanto.” Su aullido descarnado lo decía bien claro. Estaba cansado de llevar esa vida tan perra. Atado a tan corta cadena y en tan larga condena. No había hecho méritos –o eso creía- para ser abandonado en esa casa solitaria, recibiendo un pienso diario a cambio de vigilar la propiedad de los otros . Pues no, a él esta tarea no le parecía nada apropiada. Se le erizó el pelo, al escuchar como respondían desde los cuatro puntos cardinales otros angustiosos aullidos, tan similares al suyo. Y entonces lloró. Era tarde. Apenas podía recordar los acontecimientos enlazados desde aquel 2020, que le habían conducido a este lamentable estado. Veía claro por fin, como cuando pudo defender su libertad, no lo había hecho. Atrincherado tras los últimos despojos de su zona de confort, no quiso escuchar lo evidente. Prefirió seguir adormecido, como la levadura artificial incapaz de fermentar el buen pan. Hizo como que miraba a otro lado, cuando el estado policial